Hoy damos inicio a un estudio muy interesante que, si Dios lo permite se extenderá durante los próximos tres meses.
Durante este tiempo vamos a estar dando un recorrido por el libro de Efesios y es nuestro anhelo que esta experiencia resulte provechosa para la gran mayoría de nosotros como individuos, y en consecuencia, también para nosotros como congregación.
Efesios es una carta escrita por el Apóstol Pablo durante su cautiverio en Roma. Él se encontraba preso allá después de haber sido trasladado desde Jerusalén cuando los judíos trataron de organizar un complot para matarlo, pero, siendo ciudadano romano, apeló al César, con lo cual logró salvar su vida pero quedó preso hasta cuando pudiera tener audiencia con el César, para lo cual debía ser trasladado a Roma, en donde se encontraba al momento de escribir esta carta. Si bien, Pablo se encontraba preso, no estaba en una cárcel sino en una prisión domiciliaria, lo que llamamos casa por cárcel.
Pablo ya era anciano, habían pasado más de treinta años desde su encuentro con Cristo en el camino a Damasco. Había recorrido gran parte del mundo conocido proclamando el evangelio de Cristo y por eso mismo ahora se encontraba en cadenas. Sin embargo, por muy oscura que se viera la situación, esta no opacaba la pasión de Pablo por Cristo, su relación con su salvador, su comprensión de los misterios de Dios. Al leer Efesios, es difícil distinguir que esta sea una carta escrita por alguien que se encuentra en prisión. Casi que uno se da cuenta de esto es cuando Pablo mismo lo menciona justo al final, en Efesios 6: 20.
Esta se considera que es una carta de Pablo a los Efesios, aunque algunos de los escritos más antiguos no incluyen la mención a la iglesia de Éfeso en su salutación. Si bien esto podría generar confusiones, en sí es una carta que no aborda temas puntuales con respecto a una iglesia en particular, ni menciona personas que se asocien a una geografía específica, por lo cual también pudo haber sido una carta circular dirigida a todas las iglesias de la región. Indistintamente de esto, Efesios es una carta que, como toda la palabra de Dios, no pierde vigencia, sino que se mantiene válida en todo tiempo y eso, en efecto, incluye nuestro tiempo y nuestro contexto, también es una carta dirigida a nosotros.
Una de las razones por las cuales hemos querido estudiar esta carta es por su pertinencia para con la iglesia. Esta carta tiene como objetivo primordial animar, fortalecer a los creyentes explicándoles la naturaleza y el propósito del cuerpo de Cristo, la iglesia.
Y deseo que esto lo tengamos presente a lo largo de este estudio.
Quienes hacemos parte del cuerpo de Cristo, quienes hacemos parte de una congregación de creyentes, debemos tener una comprensión de cuál es nuestro propósito como iglesia.
No sé si alguna vez te haya pasado, pero a mí sí, que te levantas un domingo, pensando en todo lo que debes hacer. Alistar una pinta decente, ayudar a alistar mis hijas, desayunar temprano, salir a una hora determinada para llegar a tiempo a la iglesia, etc. y en medio de ese agite, en algunas ocasiones me pregunto ¿por qué hago esto? No sé si algunos de ustedes se hayan preguntado alguna vez, ¿por qué voy a la iglesia?
O quizás haya jóvenes que se hagan esa pregunta, a veces, a juzgar por sus actitudes, pos sus expresiones, o por su manera de sentarse, podría atreverme a asegurar que han venido obligados. Seguramente ellos también se hagan la misma pregunta que yo en ocasiones me he hecho: ¿para qué voy a la iglesia?
Y en sí no pretendo dar respuesta a esa pregunta, pero la planteo más con el fin de que, ojalá, cada uno piense en las razones por las cuales:
- se considera cristiano (si es que se considera cristiano)
- se considera miembro de una iglesia (si es que se considera miembro de una iglesia)
Y con esta pregunta y este pensamiento, los invito a que abramos nuestras Biblias en la carta de Pablo a los Efesios y leamos los primeros 14 versículos, Efesios 1: 1 – 14
Hay quienes han llamado al libro de Efesios como el cofre del tesoro, o el banco del cristiano. Se lo llama así porque el libro de Efesios es un libro de riquezas, de abundantes bendiciones. Y de entrada, en este primer pasaje que hemos leído, nos encontramos precisamente con esto.
Pero no quiero que esto sea un comentario al aire. Estoy diciendo que Efesios es un libro de riquezas pero muchas veces esas riquezas se quedan abandonadas. Como cristianos, muchas veces nos perdemos de mucho de lo que Dios tiene para nosotros, simplemente por no comprender su palabra, o, peor aún, por ni siquiera leerla. Y en este primer mensaje de esta serie de Efesios, anhelo animarnos como congregación a querer realmente explorar y disfrutar de esas riquezas que tenemos disponibles. Como lo decía hace dos semanas, quiero despertar en nosotros un sentido de urgencia por conocer más a Cristo, por caminar más de cerca con Dios, por crecer más espiritualmente.
Así que, pensando en lo que acabo de decir, volvamos al pasaje que hemos leído. Los primeros dos versículos son la formal salutación de Pablo, la cual en sí es muy rica, pero quiero resaltar a quiénes va dirigida, y no me refiero a la palabra Éfeso, sino a lo que hay antes de ésta. Pablo escribe a los santos y fieles en Cristo, la Nueva Traducción Viviente lo dice “al pueblo santo de Dios en Éfeso, fieles seguidores de Cristo Jesús”. Así que, volviendo a lo que dije en un principio, que esta carta nos atañe a nosotros, quisiera cuestionarnos un poco preguntando si podemos considerarnos fieles seguidores de Cristo Jesús. Como lo dije también hace unos minutos, retándonos a pensar si nos consideramos cristianos, entonces, a quienes pudieron haber respondido en su mente que sí se consideran cristianos, ahora los reto a pensar que, dado que se consideran cristianos, ¿se consideran fieles seguidores de Cristo Jesús? Y pregunto esto, o soy tan incisivo en este punto, porque esas riquezas de las que hablo y que podemos encontrar a lo largo de este libro, sólo están reservadas es para los fieles seguidores de Cristo Jesús.
Y, siguiendo con las riquezas, leamos de nuevo el versículo 3.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,”
De entrada empezamos viendo que, en Cristo, disfrutamos de todas las bendiciones espirituales y celestiales. Quienes estamos en Cristo, o, siguiendo con cómo lo dice la Nueva Traducción Viviente, quienes son fieles seguidores de Cristo Jesús, gozan de toda bendición espiritual en los lugares celestiales. Y Por eso Pablo da gloria a ese Dios que nos concede esas bendiciones, Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo por bendecirnos.
Y créanme, siento que me quedo corto al tratar de expresar esto, porque, en realidad no merecemos ninguna bendición, ni espiritual, y mucho menos celestial, pero gozamos de esas bendiciones, así que, si nosotros, no mereciendo nada, gozamos de grandes bendiciones, ¿por qué no hemos de exaltar a ese Dios que nos da esas bendiciones?
El fin de nuestra existencia es exaltar a Dios, o como suele decirlo John Piper, Dios es más exaltado en nosotros cuando nosotros más nos deleitamos en él. Y este versículo tiene todo que ver con esto: bendito, alabado, glorificado el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo porque nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales.
Y aquí quiero volver a lo que decía sobre las riquezas que nos perdemos. En primer lugar no estoy hablando de riquezas materiales, limitadas a esta tierra, sino que hablo de riquezas espirituales. Nos perdemos muchas riquezas porque muchas veces no comprendemos lo pobres que éramos antes de conocer a Cristo. Y por ende no alcanzamos a dimensionar lo maravillosa que es la salvación que nos ha sido dada, y esas son todas las bendiciones espirituales de las que habla Pablo. Pero para ampliar más este punto, leamos ahora los versículos 4 y 5.
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
Entonces, retomando lo que dice el versículo 3, alabado sea nuestro Dios y padre de nuestro Señor Jesucristo porque nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales, ya que nos escogió en él, (en Cristo) antes de la fundación del mundo.
Esto debemos desglosarlo con cuidado para entenderlo con claridad.
El diseño de Dios al crear este universo incluía que nosotros fuéramos sus hijos. Nuestro destino era ser sus hijos. Así que nuestra salvación no inició cuando decidimos aceptar que Cristo murió en nuestro lugar para pagar la deuda que merecían nuestros pecados, sino que la salvación estaba ordenada desde antes de que Dios creara el universo, porque si estábamos diseñados para ser hijos de Dios, entonces, al presentarse el pecado, la redención era necesaria para que Dios cumpliera sus propósitos.
Así que Dios nos escogió en Cristo, y con qué fin nos escogió, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, por qué nos escogió para eso. Bueno creo que lo opuesto sería la mejor respuesta, ¿cómo alguien pecaminoso y sucio puede estar delante de un Dios perfecto? Y vuelvo a lo que hablaba del versículo 3, y esto debemos tenerlo presente a lo largo de este estudio y siempre que abramos nuestras Biblias, existimos para dar gloria a Dios, si somos santos y sin mancha delante de él, habiendo sido miserables pecadores ¿acaso eso no sería una buena razón para querer adorar a ese Dios?
Pero ahí no termina todo, en amor, habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo según el puro afecto de su voluntad. Para mí este es el punto clave de ese pasaje.
Somos predestinados para ser adoptados. Recordemos lo que dije hace unos minutos, Dios nos diseñó para ser sus hijos, pero no podemos ser sus hijos sino es por medio de la adopción, y la adopción no es posible si no es por medio de Jesucristo.
Creo que la mejor manera de explicar este punto es mediante una ilustración. ¿Alguien alguna vez ha visitado un orfanato?
A mi parecer, los orfanatos son lugares muy tristes. He visitado hospitales con enfermos terminales o personas en condiciones severas de discapacidad, he visitado ancianatos, he estado en zonas con realidades sociales muy complejas, pero en mi experiencia, no hay nada más triste que un orfanato. Ver cantidades de niños que en su mayoría no tienen una esperanza real de algún día tener un hogar. Saber que crecen con tantos vacíos, querer tener una solución y sentirse impotente ante la realidad me resulta sobrecogedor.
Además, en esos orfanatos hay realidades aún más crudas. Muchas veces entre estos niños o bebés que están a la espera de ser adoptados, también se encuentran niños enfermos, con discapacidades ya sean físicas o mentales. Muchas veces estos niños simplemente permanecen en un estado de existencia mínima, donde reciben apenas la atención necesaria para medio cambiarlos o bañarlos y darles la alimentación necesaria. Pueden pasar días enteros en los que solo reciben atención una o dos veces y de una manera distanciada. Pueden pasar horas y horas con sus pañales sucios, pueden padecer enfermedades y no recibir el trato médico que requieran, en fin. No es necesario ser más descriptivo. ¿Saben? los niños menos saludables, más sucios, con más defectos, son los que menos probabilidades tienen de ser adoptados. ¿Y saben? Nosotros estábamos en una condición mucho peor que esa. Defectuosos, podridos, enfermos, sin ninguna esperanza, pero Dios tenía el propósito de adoptarnos.
Anhelo que podamos entender las dimensiones de nuestra salvación, porque mientras pensemos que eso es algo normal, o veamos el cristianismo como una cultura, o no haya en nosotros un sentido de urgencia por conocer a Dios más y más, por crecer en nuestra intimidad con él. Vamos a seguir estancados sin disfrutar de las riquezas que tenemos a disposición cuando nos deleitamos en él.
No sé quienes tengan familiaridad con lo que es una adopción. De hecho el concepto de adopción era algo relativamente nuevo cuando Pablo escribió esta carta. En el contexto judío era algo completamente ajeno, no era algo practicado dentro del pueblo judío, en parte, creo, por la arraigada moral de ese pueblo, que se basaba en los preceptos de Dios. Pero para el contexto romano era algo muy conocido, y en gran parte muy similar a como lo conocemos hoy en día.
Ahora, continuando con mi intención de ilustrar lo que significa que seamos predestinados para ser adoptados por medio de Jesucristo, es que Dios dispuso de antemano que seríamos sus hijos, y que la agencia que se encargaría de hacer legal esa adopción sería Jesucristo.
En realidad todo es un tema legal. Si alguien quiere adoptar a un niño, el conducto regular en Colombia, es hacerlo por medio del ICBF, que es la entidad estatal encargada de dirigir los procesos y legalizarlos. Nadie puede simplemente tomar a un niño y decir que lo adopta y ya. Todo tiene un proceso legal, el ICBF debe constatar que ese niño en realidad es un niño desamparado, también debe constatar que la persona que quiere hacer la adopción también está en capacidad de hacerlo. Se realizan visitas, se hacen pruebas se entrevista a los familiares de quienes están adoptando, se investiga el trasfondo del niño, se publican edictos, todo con el fin de llevar a cabo un proceso totalmente legal y beneficioso primordialmente para el niño. Después de meses de trámites y procesos, finalmente el ICBF entrega a los padres adoptantes el niño o niña adoptado quien pasa a tener todos los derechos legales como si fuera un hijo biológico. Y los padres tienen los mismos deberes que tendría cualquier padre biológico sobre su hijo.
Puesto en contexto, la adopción no es viable ni legal si no es por medio del ICBF. Nuestra adopción como hijos de Dios, no es viable ni legal si no es por medio de Jesucristo. Porque nuestra adopción por medio de Cristo también es un asunto legal, me explico:
Somos diseñados para ser hijos de Dios, pero nuestro pecado impidió que ese diseño original funcionara como estaba determinado, y además nos puso en deuda con Dios (la paga del pecado es muerte) al estar en deuda, debemos pagar, pero si pagamos, morimos, así que necesitamos un sustituto, ¿y quién es? Cristo. Cristo muere en nuestro reemplazo, pagando así la deuda, ahora, aceptando ese sacrificio sustitutivo de Cristo, el diseño original queda restablecido. Como no éramos hijos debido a nuestro pecado, por medio de Jesucristo, somos hechos hijos.
¡Qué maravilla! Y vuelvo a lo que decía de los niños en un orfanato. Estábamos en una condición peor, y aun así fuimos hechos hijos. Eso debería maravillarnos, eso debería impulsarnos a glorificar a ese Dios, eso debería llevarnos a cantar: bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.
Y eso precisamente es a lo que nos lleva el versículo 6.
para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
Toda esa bendición, el haber planeado nuestra salvación, el haber establecido el plan de redención, el amor que nos ha manifestado, el habernos adoptado, todo esto para la alabanza de la gloria de su gracia. Si en tu corazón no hay un anhelo profundo, humilde e inagotable por dar gloria a Dios por la salvación que te ha sido dada, es probable que no hayas comprendido en qué consiste esa salvación. Y esa salvación es de la que habla el versículo 7:
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,
La redención es la liberación de la deuda, y con ella, el perdón de pecados. Puesto en contexto, su muerte nos cambió el pañal sucio, nos bañó, nos limpió, nos quitó la enfermedad, nos quitó el mal olor, nos puso ropas nuevas, nos puso perfume, nos dio un apellido, nos dio un hogar. Todo esto según su abundante gracia, y esto se amplía más en el versículo 8.
que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
las riquezas de su gracia las hizo sobreabundar para con nosotros, nos dio abundante gracia, y nos concedió toda sabiduría e inteligencia, ¿para qué? veamos los versículos 9 y 10
dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
Tenemos el privilegio de conocer el misterio de su voluntad que es el evangelio, las buenas noticias de salvación de nuestros pecados. El plan de Dios aquí lo vemos explicado, reunir todas las cosas en Cristo, las que están en los cielos como las que están en la tierra, y Cristo es ese enlace perfecto entre ambas, habiéndose encarnado, siendo 100% hombre y 100% Dios. Por medio de él Dios puede reunir las cosas celestiales con las terrenales.
Con las riquezas de su gracia, que nos dio de manera abundante, Dios nos permitió tener la capacidad de entender su misterio, que es el evangelio. Entender el plan de salvación es un don de Dios que se recibe por su abundante gracia.
El plan de Dios no tendría forma de ser comprendido en su totalidad mientras Cristo no resucitara. La dispensación del cumplimiento de los tiempos, será el momento indicado en el cual estaremos con él para siempre.
Ahora leamos los versículos 11 y 12.
En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.
Ahora, recordemos lo que hablaba de la adopción. Un hijo adoptado tiene todos los derechos que tiene un hijo biológico. Esto, sin duda, incluye también el derecho a heredar. Y aquí Pablo no solo nos ha hablado ya de las riquezas de la gracia de Dios, de las bendiciones que nos ha dado, de su plan para hacernos sus hijos mediante adopción, sino que además nos dice que también tenemos herencia, por ese diseño, por ese designio. Y nuevamente vuelve a lo que ya he mencionado varias veces hoy:
Para la alabanza de su gloria
Sin duda, comprender tan grandes riquezas que nos han sido dadas, tan grande misericordia que ha tenido Dios para con nosotros, eso debe llevarnos a alabarlo, a glorificarlo.
Ahora, estaba hablando de nuestra pobreza, de las riquezas que nos ha dado Dios, y es que fácilmente nos perdemos esas riquezas porque pasamos por alto lo grandiosa que es la salvación que Dios nos ha dado.
Y ahora leamos los versículos 13 y 14
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.
Y concluyendo esta porción, Pablo cierra el círculo llevándonos a comprender la realidad de contar con la garantía de una salvación inevitable.
Habiendo oído la palabra de verdad, habiendo creído en él, fuimos sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras, el anticipo. El negocio ya está pisado, y no tiene vuelta atrás.
Comencé diciendo que deseamos que este estudio de Efesios sea provechoso para nosotros como congregación. Y quisiera que quienes se encuentran adormecidos, despierten a una realidad con Cristo.
No sé si alguno haya escuchado alguna vez el nombre de Hetty Green.
Hetty Green es conocida como la mayor tacaña de los Estados Unidos, y no estoy hablando de alguien contemporáneo a nosotros. Hetty Green fue una mujer que murió en 1916. Era apodada la bruja de Wall Street. Al morir dejó una fortuna avalada en más de 100 millones de dólares. Imagínense, esa suma aún en la actualidad es bastante grande, ahora, esto fue en 1916. La razón por la cual es conocida como la mayor tacaña de los Estados Unidos, es porque, a pesar de tener tanto dinero, era muy austera, pero no por humildad, sino por su apego al dinero. Ella no encendía la calefacción ni usaba agua caliente para no gastar más dinero. La ropa que usaba, la usaba hasta que se desgastaba tanto que era necesario cambiarla. Comía principalmente pasteles de cinco centavos, se movilizaba en un carruaje viejo.
Su tacañería llegó a tal extremo que en una ocasión, su hijo, Ned, se fracturó una pierna, y ella trató de hacer que lo aceptaran en una clínica de caridad para que le hicieran una cirugía que necesitaba, pero allá la reconocieron y la expulsaron con su hijo. Finalmente tuvo que pagar un tratamiento, aunque su hijo terminó perdiendo la pierna.
Esta mujer, tenía muchas riquezas a su disposición, pero prefería vivir en la miseria con tal de no gastar ni un centavo de sus riquezas.
A lo que voy con esto, es que tenemos a nuestra disposición todas esas riquezas de las que nos ha hablado Pablo en este pasaje y quienes son fieles seguidores de Cristo Jesús, disfrutan de esas riquezas. Pero quienes no lo siguen fielmente, se las pierden, viven en la miseria aun teniendo plenitud de abundancia a su disposición.
Que no nos suceda eso.
Suelo decirlo con alguna frecuencia, pero a mi parecer eta es una verdad muy diciente: es imposible conocer a Dios y no ser transformado. Si en tu vida no ha habido una verdadera transformación, es probable que no estés conociendo a Dios. Quizás sí hayas creído en Cristo, quizás sí hayas comprendido el mensaje de salvación, pero, como hablaba hace dos semanas, quizás tu corazón sea como la semilla que cayó entre espinos en la parábola del sembrador. Nace y crece, pero los afanes de este mundo, de esta vida, los placeres, la vanagloria, las riquezas, la ahogan e impiden que crezca.
Tenemos a nuestra disposición las riquezas de nuestro Dios, abundantes, en sobre medida, que él no se ha reservado, pero no las podemos disfrutar si estamos deslumbrados por los centavos que da este mundo.
No nos conformemos con lo que nos ofrece este mundo, deleitémonos en Dios, gocémonos en su salvación y glorifiquémoslo por darnos tan abundantes riquezas.
El hecho de que Dios nos haya bendecido estableciendo un plan para adoptarnos como sus hijos, debería generar en nosotros un deseo de alabarlo por la gloria de su gracia en Cristo.