El libro de Rut es el relato de lo que sucedió a la familia de Elimelec y cómo Dios se ocupó de proveer y dar esperanza en medio de una situación que, desde la perspectiva humana, no ofrecía ninguna.

 En el capítulo uno vemos una cadena de hechos desafortunados y malas decisiones que tomó Elimelec al hacer lo que bien le parecía y no buscar la dirección de Dios. Él, en medio de una situación desesperada por falta de alimento en Israel, se fue de la tierra que Dios mismo le había dado a vivir en los campos de Moab, un pueblo que a los ojos de Dios no era agradable. Vimos que la razón por la cual había escasez en Israel era por su falta de obediencia y consagración a Dios. Estos hechos se dieron en el tiempo de los jueces y en el libro de los jueces vimos que en aquel tiempo todo el mundo hacía lo que bien le parecía. Es decir que en lugar de seguir las leyes que Dios les había dado como pueblo al liberarlos de Egipto, ellos preferían hacer las cosas a su manera. De modo que su desobediencia trajo las consecuencias que Dios mismo también les había anunciado cuando les dio la ley. Entre las cuales era la falta de producción agrícola y la falta de lluvias. Entonces, Israel estaba sufriendo las consecuencias de su pecado pero Elimelec, en lugar de buscar a Dios  para entender qué sucedía y para que lo guiara, haciendo lo que bien el parecía, optó por irse a un pueblo enemigo y en efecto allá tampoco le fue bien, porque dejó viuda a Noemí, su esposa y a sus hijos sin padre.
Su hijos, a su vez, Mahlón y Quelión, haciendo lo que bien les parecía, tomaron como esposas a mujeres moabitas, desobedeciendo también las instrucciones claras de Dios en cuanto al matrimonio, y también terminaron muriendo. Con lo cual Noemí quedo totalmente desamparada y las esposas de ellos también, Orfa y Rut. Ante la situación Noemí optó por volver a Israel, y Orfa y Rut quisieron volver con ella, pero Noemí les insistió en que se quedaran. Ante la insistencia, Orfa volvió, pero Rut fue más decidida e insistente que Noemí y no la dejó ir sola.
Con el relato de este primer capítulo vemos una y otra vez cómo Elimelec, Noemí y sus hijos hacían lo que bien les parecía y no buscaban la dirección de Dios. ¿Qué buenos resultados podían esperar de eso? Elimelec no buscó a Dios para provisión, buscó la provisión con los enemigos de Dios, Sus hijos no buscaron esposas en el pueblo de Dios sino entre los enemigos de Dios y su esposa bendijo a sus nueras en el nombre de Jehová pero no las invitó a conocer a Jehová, y después de sufrir las consecuencias de haber hecho lo que bien le parecía, terminó amargada contra Dios mismo. Y sí, muy seguramente era Dios provocando esas consecuencias, pero Noemí debía entender que ella, su esposo y sus hijos habían provocado todo eso al no seguir la instrucción de Dios. También vemos el carácter de Rut. Una mujer moabita que estuvo dispuesta a dejar sus dioses para conocer al Dios verdadero. Que estuvo dispuesta a hacer lo que le correspondía y dejar a Dios los resultados. Que no hizo lo que bien le parecía (volver a su pueblo y dejar ir a Noemí) sino que hizo lo que sabía que debía hacer, y lo hizo con decisión, con arrojo, sabiendo que muy seguramente iba a ser despreciada y se iba a quedar solterona. Pero nada de eso hizo que dudara en su decisión.