Mayordomía en las Relaciones

Juan 17:20 – 24

En Dios encontramos un ejemplo de unidad perfecta entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El deseo del Señor Jesús es que nosotros tengamos relaciones de unidad.

Hay dos tipos de relaciones

La vertical, que es de Dios con los seres humanos.

Y la horizontal, que es entre seres humanos.

Adán tenía una relación perfecta con Dios. Al Dios traerle a Eva, dio inicio una relación horizontal que también era perfecta, pero el pecado arruinó esa perfección en estas relaciones.

Dios ha obrado en nosotros para que podamos bendecir a otros. El centro de nuestra vida no somos nosotros sino Cristo. La obra de Dios en nosotros debe impactar nuestras relaciones y las vidas de los que nos rodean.

¿Cómo debemos relacionarnos con los demás según Cristo?

Todo comienza con el tipo de relación que tenemos con Dios.

¿Cómo te relacionas tú con Dios? ¿Tienes oraciones breves? ¿lees la Biblia?

A la luz de lo que estamos leyendo, Jesús quiere que seamos uno con Él así como Él es uno con el Padre. Quiere que estemos donde Él está. Nunca está demasiado ocupado

En nuestras relaciones con los demás no debe haber lugar a la hipocresía. En nuestras relaciones cotidianas, nos relacionamos con creyentes y no creyentes. Y no es lo mismo relacionarnos con personas de la misma fe, y personas que no son de la misma fe. También tenemos relaciones entre familiares creyentes y no creyentes. Y nuestras relaciones con no creyentes son diferentes a nuestras relaciones con familiares que no son creyentes

Al relacionarnos entre creyentes somos animados a amarnos unos a otros, alegrarnos unos con otros, llorar, exhortarnos, perdonarnos, servirnos, someternos unos a otros. Pero nada esto se podrá hacer bien mientras no estemos en Cristo. Separados de Cristo, nada podemos hacer, pero todo lo podemos en Cristo, que nos fortalece.

¿Cómo relacionarnos con los no creyentes?

1 Cor. 9:17-23

Nuestro objetivo en toda relación siempre debe ser ganar a otros para Cristo.

1 Cor. 5: 9 – 13

La exhortación es a no compartir con aquellos que llamándose cristianos, practiquen deliberadamente el pecado.

No erréis 1 Cor. 6: 9 – 10

Ay de los que llaman a lo malo bueno ya lo bueno malo… Isaías 50:20

Debemos tener discernimiento para no relacionarnos íntimamente con quienes llamándose creyentes, practiquen deliberada e intencionalmente el pecado, sin quebrantamiento ni confesión de sus pecados. La palabra de Dios condena esto en 1 Juan 3: 8.

Nuestro tiempo de intimidad con Dios es clave para nuestras relaciones.

Los esposos, procuren tiempo para estar a solas.

Los padres, busquen tiempo a solas con sus hijos, así los hermanos entre sí y los hijos con los padres. Pero no procuremos tiempos de intimidad con incrédulos.  2 Cor. 6: 14 no os unáis en yugo desigual.