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Seguimos hoy con la segunda parte de esta serie que he titulado ¿Fan o Discípulo?
Y quiero volver a comenzar haciendo la misma pregunta que hice el domingo pasado ¿eres discípulo de Jesús? ¿te consideras un discípulo de Jesús?
También quiero volver a leer los versículos que leímos inicialmente hace una semana. Lucas: 14: 26 y 27
¿Recuerdan, los que estuvieron, cuál es el significado de la palabra discípulo?
Sí, un discípulo es un aprendiz, un estudiante, un pupilo.
También estuvimos viendo la historia de Simón el Mago, la cual se encuentra registrada en Hechos capítulo 8, entre los versículos 4 al 25.
Invito a quienes por algún motivo no pudieron estar el domingo pasado, a que tomen tiempo para leer este pasaje y pensar en lo impactante que resulta la historia de este hombre. Igualmente, les recuerdo que en la página web www.aachia.com pueden encontrar el audio de esa enseñanza, así como los de las demás enseñanzas que compartimos aquí los domingos.
Con esto vuelvo a la pregunta inicial ¿Eres discípulo de Jesús?
Yo decía que me parece que este es un tema difícil de abordar, pero a medida que he estado estudiándolo, más que ser difícil, he empezado a verlo necesario porque en la iglesia de Cristo puede haber muchas personas engañadas que por diferentes motivos piensan que son cristianos, piensan que son salvos, pero estan engañados por completo. Pueden engañarse a sí mismos y también el mismo sistema, la misma dinámica de la iglesia, o incluso los mismos maestros engañarlos.
Creo que es un error pararme aquí ante ustedes y asumir que todos los que me escuchan han tenido un encuentro real y verdadero con Cristo. Y Simón el mago fue nuestro primer ejemplo de esto. Un hombre que externamente hizo todo lo que se necesitaba para “ser cristiano”, pero que nunca tuvo un encuentro real con Jesús. ¿Y por qué fue eso? Porque él tenia la mira puesta en todo menos en la verdad del evangelio.
Colosenses 3: 1 y 2 dice:
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
Simón nunca fijó sus ojos en las cosas de arriba, sino que siempre estuvo mirando las cosas de este mundo, y por ese motivo es que debemos examinarnos como dijo Pablo en 2ª de Corintios 13: 5.
Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?
Podemos estar en Cristo o estar reprobados.
Volviendo a lo que leíamos en Colosenses 3, si quisiéramos examinarnos a la luz de este pasaje, podríamos preguntarnos si nuestras prioridades, si aquello que nos mueve son las cosas de arriba, donde está Cristo, ¿en qué tenemos fijos nuestros ojos, en dónde ponemos la mira? Este ejercicio deberíamos hacerlo cada vez que abrimos la palabra de Dios, a mi parecer es un buen ejercicio que nos ayuda en nuestro caminar de obediencia a la palabra de Dios.
En mi introducción a la vida de Simón el mago, el domingo pasado, mencioné que a mi parecer él era el segundo falso convertido en la historia de la iglesia. Y ahora aprovecho para preguntarles, si Simón el mago fue el segundo falso convertido, ¿Quién fue el primero?
El personaje de quien quiero hablar hoy es alguien que sin duda ha pasado a la historia como el ícono de la traición.
Si usted no sabía quién era, supongo que ahora sí lo sabe. Sí, Se trata de Judas Iscariote.
Sin duda todos en algún grado tenemos conocimiento de quién fue Judas Iscariote, es más, no solo tenemos conocimiento acerca de él, seguramente también hemos llegado a desarrollar nuestro propio concepto de él. Para poder establecer un perfil detallado de este personaje, tenemos que reconstruírlo a partir de los múltiples versículos que nos hablan de él a lo largo de los cuatro evangelios y de Hechos, y el mejor punto para empezar es su nombre.
Contrario a lo que sucede hoy en día, por obvias razones, Judas era un nombre popular en la época de Jesús, es una derivación de la palabra o el nombre Judá, que significa adoración, adorar, o el que adora. Otros estudiosos han considerado que Judas también puede significar Jehová guía. Pero independientemente de estos dos significados, podríamos deducir que sus padres eran personas piadosas que al elegir el nombre de su hijo tenían un deseo de que éste fuera un adorador, o un hombre guiado por Dios, pero resulta irónico que un hombre con un nombre como ese terminara como terminó.
Sabemos por los evangelios que su padre se llamaba Simón
No conocemos a qué se dedicaba. De los doce apóstoles que escogió Jesús, sólo se conoce la ocupación de seis de ellos. Lo curioso es que de esos seis, cinco eran pescadores y uno era recaudador de impuestos, este es Mateo. De los otros seis, incluido Judas Iscariote, no se conocen sus ocupaciones.
Podríamos pensar que Iscariote es el apellido de este hombre, pero en realidad no es así. En ese entonces había maneras de identificar o diferenciar homónimos. Cuando dos personas tenían el mismo nombre, se recurría a su procedencia para identificarlos. Una forma era nombrando a su padre, como se pude ver en Lucas 6: 12 al 16 donde aparece la lista de los doce apóstoles y los dos últimos nombrados son Judas. Uno es Judas, hijo de Jacobo, y otro es Judas Iscariote. En el caso del Judas que estamos estudiando, Iscariote es una indicación de su procedencia, esta puede ser una derivación del vocablo hebreo Ish Kerioth que significa hombre de Kerioth. Kerioth que era un pueblo de la tribu de Judá en la zona sur de Israel. A diferencia de los demás discípulos, Judas era el único que no era de la zona de Galilea.
Una de las primeras preguntas que me surgió en el proceso de este estudio fue ¿cómo llegó Judas a ser un opcionado para ser elegido entre los discípulos? Bien, pues lo que sea que pueda responder es mera especulación, pero en parte era de esperarse que ante la fama de Jesús que se extendió por todas partes, muchos buscaron conocerle de cerca y seguirle. Mateo 4: 23 al 25 dice cómo se extendió la fama de Jesús. Me atrevo a pensar que Judas se sintió atraído y es probable que haya viajado desde Judá para poder conocer de cerca a este hombre que obraba maravillas.
Ahora, el judío normal de la época deseaba y estaba a la espera de que llegara el mesías prometido. De modo que si surgía alguien como Jesús esto estimulaba esos deseos e incrementaba las esperanzas. Pero el perfil de mesías que esperaban era de carácter político. Ellos esperaban a un libertador y, dado que se encontraban bajo el yugo del imperio romano, concluían que su libertador los iba a librar de ese yugo y les traería independencia. Por lo anterior, me atrevo a pensar que, al igual que la mayoría de los demás discípulos, Judas siguió a Jesus por los motivos equivocados. Aun después que Jesús resucitó, en Hechos 1: 6 podemos encontrar que quienes eran cercanos a Jesús tenían esa expectativa. Después de ver a Jesús resucitado, de ver tremendo poder, concluyeron que definitivamente este era el mesías, sin embargo seguían con su visión política y por eso hicieron esa pregunta. Digo que la mayoría de los discípulos se acercaron a Jesús por las razones equivocadas porque este era el tipo de mesías que esperaban y creían que Jesús iba a cumplir precisamente con esas expectativas.
Así que, al escuchar la fama de Jesús, Judas procuró acercarse a él. Supongo que cuando vio los milagros que hacía Jesús quedó más que convencido. Por lo que veo en los pasajes de los evangelios y de Hechos, me imagino que Judas era un hombre muy inteligente, muy ambicioso y perfeccionista. Creo que era el tipo de personas que cuando se proponen algo tienen que obtenerlo a como dé lugar. Eso puede parecer bueno, el problema es que las personas así de ambiciosas no enfrentan con facilidad el fracaso. No saben hacerle frente a la realidad cuando las cosas no salen como esperan, les cuesta aceptar un no por respuesta. De hecho el mismo final de Judas es una muestra de su manera de ser. Ante el fracaso moral y emocional, prefirió acabar con su vida.
Para dar un sobrevuelo en orden cronológico a la vida de Judas, empecemos por ver su entrada en escena. Aparece nombrado por primera vez cuando Jesús lo escogió entre los doce. Leamos Mateo 10: 1 – 4 (Lucas 6: 12 – 16). Algo curioso respecto a Judas Iscariote, es que en las listas de los discípulos siempre se lo menciona de último junto con el comentario que indica que era el traidor o el que iba a entregar a Jesús.
Es sorprendente pensar que Jesús hubiera escogido a Judas como uno de sus doce discípulos más allegados. Sin embargo la misma palabra de Dios nos indica que era necesario hacerlo. Su traición había sido anunciada proféticamente y en Jesús debía cumplirse la totalidad de las profecías que hablaban del Mesías (Salmo 41: 9, Zacarías 11:12, 13, Mateo 20: 18. 26:20 – 25, Hechos 1: 16, 20).
Me atrevo a pensar que el más sorprendido de la elección de Judas, fue el mismo Judas. No sabemos cuánto tiempo había estado siguiendo a Jesús, pero sin duda, de alguna manera había logrado destacarse a tal punto, que, independiente de las profecías y del discernimiento que Jesús tenía como Dios, su elección seguramente no sorprendió a nadie mas.
Y también supongo que, aunque para él sí fue una sorpresa que Jesús lo eligiera, supo disimularlo bien.
Con su elección entre los doce vinieron las responsabilidades. Se vinculó de lleno al ministerio y participó activamente en los viajes y recorridos de Jesús. Leamos ahora Mateo 10: 5 al 8.
Judas estaba entre esos 12 y podemos deducir que desarrolló un ministerio a la par con los demás. Leamos ahora Lucas 10: 1 al 2. Bueno, aquí también podemos deducir que Judas fue entre estos enviados. Y ahora saltemos a los versículos 17 al 20. Supongo que el reporte de Judas también fue similar a este. Pero la respuesta de Jesús es muy clara. Ellos podían tener toda esa autoridad delegada por Jesús, pero solo hay una cosa de la cual regocijarse y es de que nuestros nombres estén escritos en los cielos. ¿Está tu nombre escrito en los cielos? Me atrevo a pensar que lo que Jesús dijo aquí debió resonar con más profundidad en la cabeza de Judas.
En Juan 12: 6 y en Juan 13: 29, encontramos que él era el encargado de las finanzas del grupo. Además de su trabajo en el ministerio al que fue enviado, de alguna manera logró ganarse la confianza de todos al punto que llegó a ser el encargado de las finanzas.
Si miráramos los perfiles de los discípulos, a mi parecer había alguien con mucha mejor capacidad que Judas para realizar esta labor. Si bien no conocemos qué educación o profesión tenía Judas, en mi opinión Mateo era la persona indicada para esta labor (Mateo 9: 9). Había trabajado como recaudador de impuestos, sabía de finanzas, seguramente sabía de administración. Pero creo que el habilidoso Judas supo ganarse ese cargo con gran astucia. Eso me hace ver que Judas era un hombre hábil para negociar.
No sé cómo lo ven ustedes, preo si tuviera que describir a Judas con una sola palabra, sería: astucia, o astuto.
Así que esto es lo que hemos ido ensamblando del perfil de Judas:
Nombre: Judas. Que significa el que adora.
Proveniente de Kerioth, al sur de Israel
hijo de Simón
Atraído por ambición política, creía que Jesús era el mesías, pero no entendía qué tipo de mesías era.
Fue elegido entre los doce discípulos más cercanos de Jesús
Era hábil con las finanzas y para los negocios
Era astuto
Fue enviado junto con los doce y los 70 a viajes de misiones
Por lo visto también expulsó demonios y sanó enfermos
Ganó la confianza del grupo al punto que administraba las finanzas.
Si bien he estado estudiando a este personaje recientemente, debo decir que lo encuentro difícil de descifrar. En realidad me he sentido como un investigador, tratando de descifrar la compleja mente y la manera de pensar de un hábil criminal. Y aunque suene extraño o exagerado, sí creo que no es para menos. Especialmente ante dos grandes preguntas que he tratado de resolver en cuanto a Judas:
¿Cómo pudo mantener una apariencia de piedad en todo durante tanto tiempo? ¿Cómo no fue transformado si compartió tan íntimamente con Jesús?
Pensémoslo bien. Judas fue escogido por Jesús. Para comenzar esto es muy trascendental. Llegó a hacer parte de un selecto grupo de hombres elegidos por Dios, pero además de esto, compartió con ellos y con Jesús durante tres años. De día y de noche. Comieron juntos, caminaron juntos, sin duda bromearon y lloraron juntos. Compartieron la cotidianidad de la vida. Judas seguramente presenció la mayoría de los milagros que hizo Jesús. Y no solo eso. Escuchó, escuchó directamente, día y noche, todo el tiempo, escuchó las enseñanzas de su maestro. ¿recuerdan qué significa discípulo? Aprendiz. Pues al ver a Judas mezclado entre los otros 12, no cabría duda alguna que él era un discípulo.
Supongo que adoptó sus maneras. ¿Alguna vez has compartido por mucho tiempo con un grupo de amigos? Bien dice el dicho: el que anda entre la miel, algo se le pega. Pues seguramente ellos fueron desarrollando tal camaradería que tenían hasta sus propias expresiones y manera de hablar y de proceder. Y entre ellos estaba Judas.
Lamentablemente la única respuesta que puedo encontrar a mi primera pregunta es que sólo una mente muy calculadora puede actuar tan bien durante tanto tiempo. No puedo acusar a Judas de ser un traidor desde el principio. Pero sí creo que sus motivaciones siempre fueron egoístas desde un comienzo. Judas supo arrimarse al árbol que más sombra daba, pero el árbol no resultó ser lo que esperaba, o por lo menos no se ajustó a sus expectativas.
Siempre he dicho que uno necesita tres años para conocer bien a una persona, siempre y cuando la trate con cierta frecuencia. A la vuelta de ese periodo de tiempo uno “pela el cobre” uno muestra de qué esta hecho. Y aunque Judas pudo mantener las apariencias durante tanto tiempo, tarde o temprano llegaría el momento en el que dejaría ver lo que realmente era.
Creo que su inconformismo con Jesús fue creciendo. Él esperaba un mesías político, y el mesías al que estaba siguiendo constantemente hablaba de que iba a morir. Eso no cuadraba con sus planes. Creo que al hacer parte del círculo íntimo de Jesús Judas pensó que ya estaba en la posición indicada para ganar dinero, poder e influencia una vez Jesús asumiera su papel de líder político. Pero el tiempo pasaba y lo único que veía era a un hombre pasivo que no se decidía a actuar de la mera como se esperaba. Creo que eso alimentó su inconformismo, y ese inconformismo se fue transformando cada vez más en odio, odio que lo llevó a un deseo de venganza.
Leamos Juan 12: 1 al 6. En este punto Jesús está a 6 días de su muerte. Él iba a morir en la Pascua. Y se encuentra en una cena en casa de María, Marta y Lázaro. María, siempre en adoración a Jesús, hace lo que Judas consideró un derroche, un desperdicio, lavando los pies de Jesús con un costoso perfume. Y no es necesario tener mucha imaginación para saber lo que pasó por la cabeza de Judas, ya que Juan nos lo explica con plena claridad. Él ya tenía su modus operandi. Administraba el dinero del grupo, y eso le daba acceso directo al efectivo, cosa que aprovechaba para lucrarse ilícitamente. Si había algo que movía a este hombre, era el dinero. Y es evidente en lo que nos muestra Juan en este pasaje que acabamos de leer. Pero este mundo se rige por un principio que Judas supo aplicar muy bien:
“Lo importante no es ser sino aparentar”. Y Judas sí que sabía hacer esto. Juan nos dice que era ladrón, pero Judas se encargó de guardar muy bien las apariencias. Qué expresión tan piadosa y sensible, “¿por qué no vender esto por trecientos denarios y darlo a los pobres?” Eso era el valor aproximado de todo una año de salario de un jornalero. Era una suma considerabla de dinero. El salario mínimo de un año en Colombia en la actualidad es de $7’732.200 o al rededor de $2.400 dólares. Así que podríamos decir que esto es lo que estaba pensando Judas en este instante.
Como dije, en este punto Jesús se encontraba a seis días de su muerte, creo que Judas ya estaba cansado de aparentar, y su odio seguía en aumento. No sabemos qué pasaba por su mente, pero me atrevo a pensar que se sentía estancado. Incluso hasta enojado consigo mismo. Como quien se da cuenta que ha estado trabajando para el patrón equivocado por mucho tiempo. Como el empleado servil que por mucho tiempo ha aguantado de todo, siempre pensando en que algún día va a ascender, pero el tiempo pasa y pasa, y no ve realizadas sus expectativas. Supongo que Judas planeó muy bien su llegada a su posición dentro del grupo de discípulos, y tuvo suficiente tiempo para planear su futuro una vez Jesús asumiera el papel de líder político que esperaba que asumiera. Pero al ir dándose cuenta de que la realidad era otra, simplemente optó por vengarse.
Leamos lo que dice Marcos 14: 10 y 11.
Judas, al haber compartido por tanto tiempo con Jesús, sabía bien quiénes lo odiaban. Sabía qué hilos mover y sabía con quién era que debía hablar. Por su parte los sacerdotes, que temían al pueblo, querían deshacerse de Jesús pero sabían que no podían hacer nada mientras el pueblo estuviera cerca de Jesús y a plena luz del día. Necesitaban tener absoluta claridad de dónde ubicar a Jesús y capturarlo cuando estuviera solo o con pocas personas a su al rededor y ojalá en medio de la noche. Por esto la propuesta de Judas los alegró tanto. Dice este pasaje que después de esto, Judas buscaba oportunidad para entregarle. Ahora bien, él sabía cómo se comportaba Jesús. Conocía los sitios a los que iba, a dónde le gustaba estar. Así que Judas fue lo mejor que les pudo pasar a los sacerdotes porque finalmente tenían un infiltrado justo donde lo querían. Y Judas siguió con su astucia y su montaje de hipocresía.
Leamos Juan 13: 1 al 11. La misma noche en la que traicionó a Jesús, sus pies estaban limpios porque Jesús los había lavado.
Jesús siempre supo quién era Judas. Muchas cosas me inquietan respecto a este hombre, pero me sorprende su cinismo. Me atrevo a afirmar que Judas siempre supo que Jesús sabía quién era él. Judas compartió mucho tiempo con Jesús, vio una y otra vez como Jesús discernía lo que había en los corazones de los demás.
Juan 6: 61 – 71
Escuchó a Jesús decirles a los doce, incluido él que uno de ellos era diablo, que no todos habían creído. Vio cómo los demás se fueron pero él nunca se fue. Hasta la misma noche en que traicionó a Jesús comió a su lado. Creo que Judas nunca pudo sostenerle la mirada a los ojos a Jesús.
Leamos Juan 13: 21 al 30.
Judas fue un buen hipócrita. Mantuvo su fachada muy bien todo el tiempo. Tan bien lo hizo, que cuando Jesús anunció que iba a ser traicionado, nadie pensó en Judas. Se miraban unos a otros, y le preguntaron a Jesús, ¿seré yo?
Judas era un actor excelente. Ningún discípulo dudó de él, el anuncio de traición que dio Jesús no los hizo pensar de inmediato en Judas, y cómo no había en quién desconfiar, entonces solo les quedaba cuestionarse a sí mismos.
Sólo una mente criminal puede actuar tan bien durante tanto tiempo. Esto ya era algo entre Judas y Jesús. Finalmente había sido puesto en evidencia, a partir de este momento su fachada había quedado al descubierto y ya no tenía parte con Jesús ni con los demás discípulos.
La palabra de Dios solo registra dos personas poseídas por el mismo satanás. Uno es el anticristo en los tiempos del fin, y el otro es Judas. Además de esta coincidencia, en la Biblia solo se encuentra dos veces la frase hijo de perdición, una en Juan 17: 12 donde Jesús está orando por sus discípulos y menciona a Judas y en 2 de Tesalonicenses 2: 3 que anuncia la venida del anticristo. Dice el pasaje que acabamos de leer en Juan 13, que Satanás entró en Judas. Esto es impresionante. Si hay alguien que conoce cómo es el cielo, cómo es la gloria de Dios, cómo es Dios y también su palabra, ese es Satanás. Y él sabía y sabe que no tiene oportunidad de triunfar sobre Dios. Pero sin duda se esforzó por hacer que la muerte de Cristo fuera lo más penosa y dolorosa posible y usó a Judas para ese fin.
A Judas lo veo como el más hipócrita de los hipócritas y el más cínico de los cínicos y, sin duda, un horrible traidor. Dentro de la cultura judía, comer juntos representaba un acto de suma cercanía. De mucha intimidad. Los judíos no comían con cualquier persona, sólo con las personas más allegadas relacionalmente. Después de haber compartido por mucho tiempo con Jesús, después de haber establecido una relación cercana con él y los demás discípulos, Judas finalmente se inclinó por buscar sus intereses. Jesús definitivamente no iba a ser lo que él esperaba, y Judas sencillamente prefirió salirse por la tangente. Supongo que a su parecer la muerte de Jesús lo eximía de la aparente vergüenza que podría representar separarse del grupo o dar marcha atrás. Eso afectaría su imagen. Pero si Jesús ya no estaba, ya no tendría razón para permanecer dentro de ese grupo y dentro de ese sistema.
Cuando Jesús lo puso en evidencia le dijo que se apresurara a hacer lo que tenía planeado hacer. Aunque toda la escena a mi parecer es clara, aún los demás discípulos pensaron otra cosa, menos que Judas en realidad estaba en proceso de hacer algo atroz. Después que salió del aposento alto, Judas fue a terminar de organizar su complot. Jesús fue a orar a un huerto con sus discípulos, y Judas reunió un grupo de soldados de la guarida del templo y un grupo de soldados romanos. Ya era de noche y era necesario hacerlo así. Supongo que su rabia iba en aumento, creo que Judas había planeado su traición de tal modo que nunca se supiera que él había traicionado a Jesús, pero ahora Jesús mismo lo había delatado, por esta razón esto le dio más motivos para hacer lo que tenía planeado y hacerlo pronto. Él conocía tan bien los movimientos de Jesús, que fue directamente al huerto donde seguramente los encontraría después de la cena. Iban armados y con antorchas, y como no se veía bien, Judas les mostraría a quién debían atrapar saludándolo con un beso. Si bien Jesús lo había acusado ante los demás discípulos. Judas en ningún momento admitió ante nadie lo que hacía, sólo hasta este momento hizo pública su traición.
Dicen los evangelios que el negocio entre Judas y los sacerdotes se pactó en 30 piezas de plata. Este era el valor aproximado de 5 semanas de trabajo, si comparamos esta cifra con la cifra que Judas mismo le puso al perfume que María derramó a los pies de Jesús, la diferencia es muy grande. Para Judas Jesús no valía tanto como el perfume que se había derramado a los pies de Jesús. Para Judas, Jesús no era más valioso que sus propios intereses. Jesús solo era un medio por el cual podría ascender si las cosas salían como él esperaba que salieran. Judas iba a permanecer a su lado, mientras Jesús le sirviera para sus intereses. Tan pronto como dejó de serle útil se fue tras lo que más le importaba: el dinero.
Después de todo esto, sólo nos falta ver cómo terminó Judas. Leamos Mateo 27: 3 al 10 y Hechos 1: 15 al 20. Puede sonar contradictorio, no se sabe a ciencia cierta si fue Judas quien compró el campo o los sacerdotes, pero lo que sí es claro es que ese dinero sirvió para comprar una propiedad. Ante su remordimiento y peso de conciencia, Judas optó por quitarse la vida ahorcándose, pero, según el relato de Hechos, parece que fracasó en el intento, puesto que dice que cayó de cabeza reventándose por la mitad. Esto es un final muy trágico.
Volviendo a Juan 6: 63 al 71. Pienso en el versículo 66. ¿Quiénes lo dejaron? ¿Eran simpatizantes? ¿Eran simples seguidores? ¡No! Eran aprendices, eran estudiantes, eran discípulos que sencillamente no pudieron soportar más la enseñanza de Jesús y volvieron atrás.
Hebreos 10: 35 al 39 dice:
No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito,
Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.
Volvamos a Lucas 14: 26 y 27
Aquí Jesús no dice que tenemos que menospreciar a nuestra familia, o abandonarla o suicidarnos. ¡No! Aquí la palabra griega a partir de la cual se tradujo la palabra aborrecer, es la palabra miseō, que es una derivación de la palabra griega misos, cuyo significado es odiar, o detestar. La palabra miseō, en su derivación de la palabra misos, indica amar menos.
Así que lo que Jesús está expresando en este pasaje es que si tenemos cualquier otra cosa en nuestras vidas que amamos más que a Jesús mismo, entonces no podemos ser sus discípulos. Si amamos más a nuestros hijos que a Dios, no podemos ser sus discípulos, si amamos más a nuestra esposa que a Dios, no podemos ser sus discípulos. Si nos amamos más a nosotros mismos que a Dios, no podemos ser sus discípulos.
¿Qué sucede cuando uno ama más una cosa que otra, o una persona que otra? Bueno pongámoslo en términos muy drásticos. Tomemos a un personaje X. X quiere casarse, pero tiene dos opcionadas a Y y a Z. Pero X ama más a Y que a Z. ¿A quién va a escoger para casarse? Bueno X se casará con Y, por ende ¿qué va a pasar con Z? ¿Qué hizo X con Z? La menospreció, la aborreció, porque amaba más a Y. Eso es lo que pasa con los verdaderos discípulos de Jesús. No es que se deshagan de sus seres queridos, no es que no los amen, no. Un verdadero discípulo de Jesús sabe con absoluta claridad que si tiene que escoger entre sus padres y Jesús, su salvador, va a elegir siempre a Cristo. Un verdadero discípulo sabe con plena certeza que si un día tiene que elegir entre su esposa y Jesús. Siempre va a elegir a Jesús. Un verdadero discípulo de Jesús sabe que si algún día tiene que elegir entre su dinero y Jesús, siempre s a elegir a Jesús. Un verdadero discípulo de Jesús sabe que si algún día tiene que elegir entre vivir por su propio bienestar, o morir por causa de Jesús… siempre elegirá morir por Jesús.
No podemos ser discípulos verdaderos, si no estimamos a Jesús como lo primero y lo más valioso, lo primordial y lo único de verdadero valor en nuestras vidas.
Si comparamos la traición de Judas con la negación de Pedro podremos encontrar coincidencias. Ambos le dieron la espalda a Jesús. Judas lo traicionó, Pedro lo negó enfáticamente. Ambos reconocieron su error. En el caso de Judas, tuvo remordimiento y fue a devolver el dinero, en el caso de Pedro, se arrepintió y lloró amargamente. Pero el final de ambos fue muy diferente. Judas confió en su propia justicia, Pedro confió en la justicia de Dios.
Podríamos quedarnos disertando sobre Judas y su traición. Hablar de las consecuencias y expresar nuestras opiniones acerca de él. Pero antes de terminar quiero tomar a Judas como a un espejo.
¿Sabes?, puedes creer como Simón el mago, puedes bautizarte como Simón el mago, puedes participar en el ministerio como Judas, incluso puedes participar de la cena del Señor como lo hizo Judas, pero nada de eso te hace salvo.
Es hora de examinarnos a nosotros mismos. Como decía el domingo pasado, no quiero atar cargas pesadas sobre ustedes, pero sí quiero que en nosotros como congregación haya un ánimo verdadero por seguir a Cristo. Estas enseñanzas pueden hacer que muchos se preguntes, ¿será que soy o no soy? ¿será que estoy en Cristo o no? Y en realidad en parte esa es la intención. Pero no es lo definitivo. No podemos salir de aquí dudando, y no es lo que quiero que suceda. Lo que quiero es que haya una alarma de alerta en nuestro interior que nos lleve a examinarnos. Pude que unos se convenzan de que no están en la fe, a esos los invito a reconocer que sus “buenas obras” dentro de la iglesia no son suficientes para perdonar sus pecados, es la sangre de Cristo la que nos limpia. Cuando reconocemos que él pagó con su muerte lo que nosotros debíamos pagar por nuestros pecados, y aceptamos su sacrificio en nuestro lugar, ahí es donde estamos depositando nuestra fe y esperanza en él.
Puede haber quienes concluyan que sí han depositado su fe en Cristo, pero que no están caminando en la fe. A ellos les digo: es hora de vivir como verdaderos discípulos de Jesús.
Y a quienes probablemente están más firmes, también les digo: es hora de forltalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza. De recobrar ánimos para no desmallar.
Nuestra carne tiende a ser como Judas. Quizás no somos tan calculadores como él pero sí terminamos cambiando a Jesús por nuestros intereses cuando no obedecemos. Somos como dice Lucas 6: 46, le llamamos Señor, Señor, pero no hacemos lo que nos dice.
Si le llamamos Señor, Señor, entonces asumamos el reto de obediencia de hacer lo que él dice.
Vuelvo y pregunto entonces. ¿Eres fan, o eres discípulo?